¿Y ahora qué? Ja. Esa pregunta me ha rondado por la cabeza durante todo este largo y asfixiante verano. Me he deprimido, enclaustrado en casa intentando vivir de mis series, la vida allí era más interesante y animada que la mía. Me he construido mi pequeño mundo y es hora de que él se tome unas vacaciones indefinidas.
Siempre me ha gustado septiembre. Siempre ha significado el comienzo de un nuevo curso, ya fuera en el instituto o la universidad. Sin embargo, el comienzo que ante mí se presenta me es del todo desconocido, algo incierto a lo que no sé bien como enfrentarme, la vida como nunca antes la había conocido.
El otro día me hice un esquema en A4 super currado, con colores y todo, y ¿qué ha pasado hoy?: todo a la basura. Lo único que ahora depende de mí es aprobar las tres asignaturas que me quedan, lo cual no es del todo complicado. Sólo entonces, y a contrarreloj, podré poner en marcha mi plan A, lo cual no significa que lo consiga ya que las probabilidades de éxito son mínimas y no confío demasiado en la rapidez de la UMA. Por supuesto, tengo planes B, C y hasta D, pero no quiero pensar en ellos, porque significaría dar por perdido lo que aún está en juego.
Es hora de tomar decisiones, me guste o no, y si tomo el camino correcto o termino en un callejón sin salida, me es indiferente, sabré disfrutar tanto de mis errores como de mis aciertos. Sólo me queda confiar en el cosmos y en que todo puede salir como lo esperas si crees en ello.
Wish me luck, bitches.
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