Han sido casi cinco meses divertidos, diferentes y en los que he aprovechado cada minuto en la medida que me ha sido posible. Tenía que ver con lo mío, con el periodismo, así que significaba una formación extra que me aportaba más experiencia y una línea más en el currículum (nunca está de más). Llevar una cámara siempre me había llamado la atención, y ante el nulo aprendizaje en la UMA, era una oportunidad que no podía dejar pasar. Por otro lado, y seguramente la razón principal por la que elegí el curso, necesitaba algo en lo que ocupar mi tiempo de desempleado y no cortarme las venas del aburrimiento.
Del IFES me llevo, por un lado, todo el aprendizaje profesional y personal (que también lo ha habido) y además, el conocer a ciertas personas que han hecho de estos cinco meses una maravilla. A ellos les debo cada una de las risas de cada tarde, y es de justicia admitir que éramos todos los que teníamos que estar, incluido la personificación diabólica del señor cuarentón en el armario.
Y ahora, a buscar trabajo como una perra. Las esperanzas son casi nulas, ya me han humillado hoy en el INEM, pero bueno... que no sea por intentarlo. Total, siempre ha sido mi sueño ser teleoperador.