Hecho surrealista I
Me monto en el autobús, casi dormido, refugiándome en mi música mañanera para afrontar los 20 minutos de camino. Hace frío. De repente, un señor de las últimas filas me mira y dice algo. Yo, sordo de nacimiento, me quito los cascos...
- ¿Qué? ¿Perdone? ¿Es a mí?
- ¿Antonio? ¡Antonio!
- No, disculpe, verá usted... se equivoca.
- Perdona, es que te pareces.
Y otra vez:
- ¿Seguro que no eres Antonio?
Así diez minutos. Cuando el buen hombre se dió cuenta (por fin!) de que no era Antonio, dedicó los diez minutos restantes a mirarme, sonreírme, y perdime perdón unas cuatrocientas veces. Yo le sonreía, con cierta pena, deseando que algún sitio de delante quedara libre.
Hecho surrealista II
Estoy esperando a mi queridísima Marina, que se ofreció amablemente (la obligué) a acompañarme a echar unos papeles de la beca de mi Rosi (algún día dedicaré una entrada a mi madre). De repente, mientras leo mi ADN del día, se me acerca un señor con cara de buena persona:
- Hola, te veo aquí tranquilo leyendo el periódico... somos una organización evangelista...
- (No le dejo terminar su frase, y educado yo, le digo) No mire, lo siento, no creo en esas cosas
Pero el señor insiste.
- ¿Tienes biblia en casa?
- No.
- Y tu madre, ¿tiene biblia en casa?
- No,
- Bueno, pues te deseo que te vaya todo bien en la vida, buena suerte.
Y lo dijo así, con una sonrisa de oreja a oreja, y yo vi unos ojos llenos de ira y rencor hacia mi ateísmo juvenil. Pero claro, mientras que el martes yo pensaba que el evangelista me había echado un mal de ojo, ahora ya no sé que pensar, quizás su deseo lleno de bondad y buena intención haya surtido efecto en el universo, porque me han cogido en el curso del INEM de Operador de Cámara!!!
Así que hoy, en mi felicidad plena, no sé si hacerme evangelista... por si acaso, le doy las gracias al señor y rezo para encontrármelo de nuevo.
Ni de coña le reces a ningún dios y menos te hagas evangelista. Si quieres encontrarte con el evangelista por otro motivo vale, pero no por el hecho de entrar en el curso. Si hay desgracia, tú eres el desgraciado y si caes en gracia, ¿es el Señor que ha obrado? ¿El mismo Señor que mira para otro lado mientras nosotros seguimos tropezando? Así que no, no le reces a ningún dios.
ResponderEliminar